domingo, 16 de enero de 2011

Identidad del laico y su misión en la Iglesia y en el mundo. Reflexión inicial sobre la Teología del Laicado.

1.- Introducción

1,1.- Perspectivas desde la que se enfoca doctrinalmente el tema.

     1,1,1.- En las modernas técnicas de comunicación científicas, humanísticas y teológicas es necesario conocer la perspectiva cultural, científica, en la que se sitúa el ponente para el desarrollo y comprensión del tema a exponer.

     1,1,2.- Nuestra perspectiva es el de una persona creyente en Jesucristo y miembro activo de la Iglesia comunión, profética y misericordiosa que fundamenta su existencia en el Sacramento de la Eucaristía y que lo vive en tres dimensiones: la existencial, la teológica y la neumatológica. Entendiendo que sin la primera no hay vida, sin la segunda no hay reflexión ni memoria y sin la tercera no hay misión. Se siente santo (vivir en gracia) y hace de la santificación un proceso de acceso al misterio sobrenatural del que forma parte.

          “El pueblo de Dios elegido, llamado, separado y santificado, tiene una misión: dar testimonio ante el mundo; es por tanto un pueblo profético”

     1,2.- La vida cristiana.

     1,2,1.- Introducción:

           a.- La creación es la gramática o dialecto que Dios emplea para comunicarse con el hombre.

           b.- Primero fue el regalo del mundo como espacio existencial (Gen 1, 1-31; 2, 1-25) y de desarrollo biológico. El mundo es territorio de Dios y territorio del hombre.

           c.- Después fue la encarnación: “El Verbo se hizo carne” (Jn 1, 1-18). La nueva creación donde habitó la verdad y la libertad. Cristo le da sentido y forma a la existencia humana.

           d.- Por último fue la Iglesia que como comunidad de creyente, como nuevo Pueblo de Dios es la encarnación del Espíritu (Iglesificación) (Mt 16,18), desde la cual nuestro vivir cristiano alcanza su máximo sentido y expresión.

     1,2,2.- El cristiano en el tiempo.

           a.- Hemos sido liberado para vivir la libertad.
                .La libertad cristiana abarca al hombre entero.
                .El hombre cristiano participa de la creación cotidiana del mundo.
          
           b.- El cristiano vive bajo las exigencias del evangelio de Jesucristo.

     1,2,3.- La conversión

           a.- La conversión como puerta y camino (itinerario) para vivir la fe y seguir a Jesucristo.

           b.- Las exigencias de la conversión.
               
                . Radicalidad y coherencia.
                . Abandono en la misericordia de Dios.
                . Fe.
                . Aggiornamento y discernimiento.
                . Diálogo con la cultura y el pensamiento actuales.

2.- Fuentes bibliográficas utilizadas:

     2,1.- Bíblicas:
-          1Pe
-          Rom

     2,2.- Magisterio:

-          Concilio Vaticano II
                                   .Gaudium et spes
                                   .Apostolicam actuositatem.
                                   .Ad gentes.
-          Encíclica: Redemptoris missio.
-          Exhortación: Christifideles laicis.

     2,3.- Teológicas:

-          AAVV. Conceptos fundamentales de teología. Tomo IV.
Ediciones Cristiandad. Madrid 1967.
                          -    AAVV. Mysterium Salutis. Tomo IV, I-II
                                Ediciones Cristiandad. Madrid 1969.
                          -     Berdoza, R Teología y espiritualidad laical.
                                Ediciones CCS 1995.
                          -     Código de Derecho Canónico 1983.
-         Estrada Díaz, J. A. La identidad de los laicos  .Ensayo de            eclesiología. Ed Paulinas. Madrid 1990.
-           Faynel, P La Iglesia. Tomo I-II.
Herder. Barcelona 1974
                          -     Forte, B Laicado y laicidad.. Ed Sígueme. Salamanca 1987.
-          Illanes, J. L. Laicado y sacerdocio .EUNSA. Pamplona 2001.
-           Perea, J. El laicado: un género de vida eclesial sin nombre. Declee           de Broouwer. Bilbao 2001.
-           Sínodo de los obispos de 1987: Vocación y misión de los laicos en     la Iglesia y en el mundo veinte años después del Vaticano II.



3.- Reflexión teológica:

     Toda reflexión teológica sobre el laicado tiene que tener en cuenta tres conceptos fundamentales. Un concepto cristológico: se acepta como principio para la reflexión una cristología de la totalidad fundamentada en la interpretación del contenido de los evangelios. Un concepto eclesiológico: se acepta para la reflexión un modelo de iglesia de comunión donde todos sus miembros son corresponsables. Un concepto de Reino de Dios: como don y tarea.


4.- Bases dogmáticas de la identidad de los laicos.

     4,1.- El Sacramento del bautismo como alianza personal dentro de la comunidad eclesial. La vocación laical nace y se fundamenta en el bautismo.

     4,2.- El Sacramento de la Confirmación como aceptación de la fe proclamada en el bautismo. Es vivir experimentando los dones del bautismo como llamada a la santificación personal dentro de la comunidad.

     4,3.- El Sacramento de la Eucaristía como celebración de la fe y compromiso para la misión evangelizadora.

5.- El sacerdocio base en el itinerario de la consagración del laico.

     5,1.- La consagración existencial del laico en el bautismo lo hace sacerdote, profeta y rey.

     5,2.- El sacerdocio del laico es siempre un sacerdocio de discernimiento.

          La Eucaristía es la fuente y el camino de la consagración existencial del laico y del sacerdocio de discernimiento. El cristiano evangeliza mediante la influencia. Son sacerdotes en el mundo y así nuestro cristianismo será de provocación y bendición. El objetivo: consagrar el mundo.

6.- Misión y laicidad.

     6,1.- Ser laico en la Iglesia no es un accidente o una situación que se da, sino una vocación plena de vivir conscientemente el seguimiento de Jesucristo en la comunidad.

     6,2.- El laico participa como miembro activo y responsable en la Iglesia misterio, comunión y misión.

     6,3.- La actuación misionera del laico tiene una doble responsabilidad: construir la Iglesia y proyectarla en el mundo. En la Iglesia desarrollando su vocación hacia la santidad y participando en la construcción de su pensamiento y doctrina; viviendo la comunión y desarrollando sus carismas en la liturgia y en los ministerios específicos.

     6,4.- La actuación misionera del laico se realiza preferentemente en la construcción del mundo (Reino de Dios). Todo laico en la vida ordinaria hace presente la Iglesia (es Iglesia per se), es decir, su vivir es eclesial por sí mismo. Siempre que un laico se relaciona con las personas representa y testifica su eclesialidad. Siempre que un laico toma contacto con la cultura, el pensamiento, las ciencias, la vida política, con la vida social  en general, hace presente la Iglesia y la representa.

     6,5.- Es plenamente laico el cristiano que no sale del mundo ni de la condición del siglo. El que no abandona las estructuras seculares de la vida. El laico busca el Reino de Dios dentro de la trama de la historia.

     6,6.- Los campos de la misión del laico son la defensa de la persona, su dignidad, su libertad y el derecho a vivir; la familia, matrimonio e hijos y ejercitar la caridad, es decir el servicio, santificando el trabajo, la profesión, la economía, la cultura, la política, la vida social por entero.

     6,7.- Dos importantes requisitos son fundamentales para la misión del laico en el mundo: la vivencia de la fe y la formación integral. Vivir la fe supone integrarse en el misterio a través de la oración y la sacramentalidad. La formación se funda en el conocimiento de la Palabra y en su celebración que supone la aceptación radical del mensaje de Jesucristo narrado en los evangelios. El laico tiene que conocer las realidades del mundo, estar informado de los retos que se plantean hoy al hombre por la cultura, la ciencia, los avances tecnológicos, las modas, las tendencias sociales y establecer un diálogo que le permitan discernir entre los retos mencionados y la Palabra
contenida en el mensaje de Jesucristo. El laico tiene que adquirir también el lenguaje de la comunicación actual y desde esa adquisición integrarse en los colectivos humanos que hacen realidad el desarrollo de la vida.

ANEXOS



1.- Primera Carta de San Pedro.

     Contenido doctrinal:

     El tema principal de la carta es una exposición sobre la verdadera vida cristiana, que se inicia en el bautismo como una experiencia de regeneración. Partiendo de ella, Pedro saca sus conclusiones acerca del modo en que el cristiano ha de comportarse entre sus vecinos paganos y frente a la persecución. El cristiano es reengendrado a una nueva vida en el bautismo a través de la misma resurrección de Jesús. El bautismo no se considera simplemente como un rito de iniciación en la comunidad cristiana, sino como una fuente que comunica al creyente el poder vivificador de Cristo glorificado. Pero se subraya también los aspectos corporativos de esta regeneración, pues a través del bautismo los hombres pasan a formar parte del pueblo de Dios, la raza elegida, el sacerdocio real, la nación santa.

2.- Carta a los Romanos.

     Contenido doctrinal:

     La Carta a los Romanos contiene una serie de cuestiones que son fundamentales para el desarrollo de la vida cristiana. En la primera parte, sección doctrinal, (1,16-11,36), dos ideas. Mediante el evangelio, la justicia de Dios justifica al hombre de fe (1,16-24,25); y, el amor de Dios asegura la salvación a los justificados (5,1-11.36). En la segunda parte, sección exhortativa, plantea las exigencias de la nueva vida (12,1-15,13) en dos apartados: la vida cristiana debe ser un culto rendido a Dios en espíritu (12,1-13,14) y los fuertes tienen el deber de la caridad para con los débiles (14, 1-15,13).

3.- La consagración sacerdotal del laico, tesoro de la Iglesia.

     La Constitución Lumen gentium en el capítulo 2º, esboza las características del llamado sacerdocio común: “Los bautizados son consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo `por la regeneración y por la unción del Espíritu Santo”. “...todos los discípulos de Cristo, perseverando en la oración y alabanza a Dios, han de ofrecerse a sí mismo como hostia viva, santa y grata a Dios, han de dar testimonio de Cristo en todos lugar...”. En consecuencia los laicos son personas sagradas, plenamente entregadas y consagradas a Dios en el mundo, como Jesús.

     El sacerdocio del laico se fundamenta y cobra sentido pleno en los llamados sacramentos de iniciación, cuyos efectos son la inserción en el misterio pascual. En el bautismo y la confirmación se da la consagración de la persona al Espíritu Santo, en un triple sentido: el cristiano se hace espacio de santidad y santificación, se constituye en un lugar de encuentro entre la vida y la vida de Dios y se capacita para ser misionero de la fe en Cristo resucitado. Por el bautismo ocurre la purificación espiritual y se transforma el bautizado en templo de la presencia de Dios vivo en medio del mundo.

     El itinerario del sacerdocio del laico lo marca su eclesialidad en dos dimensiones: la Iglesia es edificada por la fe y se hace misionera desde la fe. La capacidad de actuar como miembro de la Iglesia, hace del laico un apóstol o un misionero activo, en medio del mundo y lo implica en la vida total de la propia Iglesia.

     “Estoy a la puerta y llamo, si alguien escucha mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él; y él conmigo” (Ap 3,20).

     La Eucaristía es el alimento que da sentido y vida al sacerdocio del laico. Sin Eucaristía no podemos vivir, no somos nada. La Eucaristía da sentido a toda experiencia de fe y supone abrir un diálogo fraternal, lleno de misericordia, con el mundo y permite participar con los demás en la construcción de un mundo gratificante.. Por la Eucaristía la Iglesia se construye, se edifica, se beneficia y se realiza. La Eucaristía es fuente y alimento del creyente y lo pone en relación con la praxis.

     La espiritualidad laical se alimenta de la interpretación y vivencia de la Palabra de Jesucristo y a la luz de ella se ilumina y fortalece su conversión, dando sentido, contenido y coherencia a la acción misionera del mismo, da sentido a su testimonio.

     La acción del sacerdocio laical está llena de maternidad (es creativa por su propia naturaleza) y encarnación (fermentadora por si misma).

4.- La Virgen María en el ser y quehacer del laico en el presente de la Historia de la Salvación

     María, la Virgen María nos ha dado las claves para orientar nuestra creencia hacia Dios Padre. Ella fue camino de fe. María vivió como mujer toda la fuerza de la comunicación del Padre y desde ella organiza y orienta toda su vida. María queda “englobada” “asumida” en los parámetros de la divinidad. María es obra del amor Dios, de la misericordia de Dios. María siente, recuerda, piensa, razona y proyecta desde la llamada de Dios en la Anunciación.

     María existe para Cristo y desde Cristo. Su unión con el Verbo, es la maternidad divina. La Anunciación la une a Dios, la maternidad la une a Cristo. Hay mucho de María en el amor de Cristo y es el Espíritu Santo quien hace y modela su personalidad. María se convierte en la receptora por antonomasia del Espíritu.

     El papel integral de María en la obra redentora de Cristo es un despliegue eclesiológico de su maternidad. En la Cruz la maternidad de María alcanza toda su significación. María, madre natural, muere en el Gólgota y nace la María, Madre de la Iglesia.

     La Virgen María ha llenado de maternidad al sacerdocio de los laicos. Su testimonio ha modelado la forma de analizar e interpretar la Palabra, llenándola de maternidad y encarnación. Su actitud positiva sobre la oferta que le hace Dios Padre, su acogida, su celebración, ha potenciado siempre su fidelidad y ha modelado su talante. Vivir la fe y desarrollarla al estilo de María supone algo así como vivir la creencia cogido de su mano, lleno por su calor, su ternura. La Palabra como fiesta y vida.

     El sacerdocio laical encuentra en María un modelo de desarrollo y coherencia. Fundamentalmente un camino de santificación, una realización invisible de la gracia. Vivir en gracia es estar en la casa de Dios. El laico vive y realiza su testimonio en medio del mundo pero siempre vinculado a la Iglesia y unido a María que da las pautas para hacer el camino de seguimiento a Jesús.

     En la Eucaristía “La iglesia se une plenamente a Cristo y a su sacrificio, haciendo suyo el espíritu de María”. El sacerdocio de los laicos se realiza desde la vivencia en el Espíritu. La Virgen María nos acerca de manera especial al Espíritu Santo. Pentecostés fue la luz que la iluminó y le hizo comprender todas aquellas intuiciones femeninas que la hicieron tan singular y atractiva. El sacerdocio de los laicos se fortalece en el misterio eucarístico que da las fuerzas para realizar la misión evangelizadora. El sacerdocio de los laicos, como María canta al “cielo nuevo” y “la tierra nueva” que se anticipan en la Eucaristía. “¡La Eucaristía se nos ha dado para que nuestras vidas sean como la de María, toda ella un magníficat!"

Por Fernando Durán Grande

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