He crecido contemplando la naturaleza. Hoy, esa naturaleza, me llama, es casi un clamor, una imperativa llamada que transforma mi corazón y mi conducta. Soy labrador de la tierra, también su campesino. Soy labrador y pastor que vive la vida con prevención y asombro.
Amar la tierra es conocerla, asumirla y defenderla. Se ama la tierra amando la tierra cercana, esa tierra que rodea y hace singular a nuestra tierra granadina. Amo los árboles que dan sombra en el Paseo de la Bomba , los tilos del Paseo de los Tristes, la asombrosa naturaleza que rodea y sostiene a La Alhambra , al agua que fertiliza la arboleda y el plantío del Generalife, al paraíso alpujarreño, al Valle de Lecrín, a las tierras de Alhama...
Y sobre la naturaleza amo la vida. Amo la cultura, la sabiduría, al ingenio, amo al hombre, eje, criterio y fundamento de la existencia. Amo al hombre que trabaja y construye, al que piensa y crea espacios cálidos de bondad y fermento; al hombre que se esfuerza junto a otro hombre para que la realidad espacial sea gratificante. El hombre que dialoga es un dios creador porque con el diálogo crea el entendimiento y la comunión, fermenta la vida y la hace resurgir como un manantial de agua transparente.
Por Fernando Durán Grande
No hay comentarios:
Publicar un comentario